No se trata solo de estudiar teoría en el aula; la auténtica formación de un profesional en Comercio Exterior se completa cuando los estudiantes enfrentan la realidad del entorno laboral. Es en esos momentos cuando comprenden que lo aprendido en clases cobra vida y adquiere un valor mucho más profundo. Así lo vivieron los estudiantes de Comercio Exterior de la Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil (ULVR) durante sus recientes visitas técnicas.
El lunes 12 de agosto, un grupo de jóvenes visitó la empresa CONTECON Guayaquil S.A., una de las principales operadoras portuarias de la ciudad. Con casco, chaleco y botas, se adentraron en el dinámico ritmo de las operaciones del puerto, donde cada acción es decisiva para asegurar la eficacia del comercio exterior. ¿Qué mejor manera de aprender sobre aforo físico que observándolo en plena acción? La experiencia de estar en el puerto, de presenciar cómo se desarrollan los procedimientos, supera cualquier explicación teórica, convirtiendo la educación en algo palpable.
Cinco días después, el sábado 17 de agosto, los estudiantes visitaron el terminal de Depconsa, un operador logístico especializado en la gestión de contenedores. En esta visita los jóvenes no solo observaron, sino que se involucraron activamente, formulando preguntas y profundizando en cada detalle del proceso, desde la recepción hasta el despacho. Ver cómo los conceptos adquiridos se aplican en situaciones reales les proporciona una comprensión más profunda y despierta en ellos un sentido de pertenencia y motivación hacia su carrera.
Las visitas técnicas se revelan como una herramienta esencial para vincular la teoría con la práctica, enriqueciendo la formación académica. Al presenciar directamente cómo se aplican los conocimientos adquiridos, los estudiantes consolidan su aprendizaje y refuerzan su confianza en sus habilidades, mientras se preparan emocional y mentalmente para su futuro profesional. Estas salidas no son simplemente un respiro del aula; son una parte clave de su desarrollo, que los sumerge en un entorno real donde pronto serán protagonistas. Es imposible que un aula, por más didáctica que sea, replique esa intensidad.
Estas actividades no serían posibles sin una planificación cuidadosa y el compromiso entusiasta de los universitarios. Las visitas técnicas, como se evidenció en estas dos jornadas, son un reflejo del esfuerzo constante de la ULVR por brindar a sus estudiantes una educación completa, que les permita afrontar con confianza los retos del entorno laboral.
En definitiva, estas experiencias no son solo un requisito más en su formación; son el puente que los conecta con su futuro, permitiéndoles ver que lo aprendido en el aula tiene un valor real y aplicable. Y eso, sin duda, es una lección que ningún libro de texto puede ofrecerles.