El miércoles 14 de agosto, el auditorio del edificio central “Ing. Com. J. Alfredo Aguilar Álava” se convirtió en el escenario donde los estudiantes del cuarto semestre de Educación Básica revivieron la magia del teatro con la obra “El Espejo del Drama”. No es casualidad que la sala estuviera llena; algo en el ambiente prometía una mañana distinta, un reencuentro con las raíces culturales que, como bien dijo Juan Pablo Ortíz en su papel de anciano nostálgico, parecen desvanecerse en el tiempo.
“¿Cómo puede ser que ahora los jóvenes prefieran ver TikTok antes que ir al teatro?”, cuestionó Juan Pablo, lanzando la pregunta al aire, como quien suelta una verdad que duele pero que necesita ser escuchada. Y es que su personaje, con la voz temblorosa pero firme, hizo eco de lo que muchos piensan en silencio: el teatro, ese arte milenario que nació en la antigua Grecia, parece haber sido relegado a un segundo plano en la era digital.
La obra no se quedó en la queja, sino que nos llevó de la mano por un recorrido histórico. Desde los primeros festejos dedicados a Dionisio, pasando por el esplendor de la edad media y los cambios de la modernidad, los estudiantes nos recordaron que el teatro no es solo una forma de entretenimiento; es un reflejo de la sociedad y un vehículo para la educación.
La Dra. Dunia Barreiro Moreira, fue la responsable de guiar a estos jóvenes en su incursión en el género dramático. “Lo que buscamos es que los estudiantes no solo comprendan la importancia del teatro en la literatura, sino que también desarrollen habilidades que les permitirán fomentar la cultura y valores en sus futuros alumnos”, comentó. Y no solo eso, la catedrática también nos hizo partícipes del arduo proceso de preparación. Un mes de ensayos intensos, donde los estudiantes no solo se limitaron a seguir un guion, sino que le imprimieron su sello personal, cargando de emociones y creatividad cada escena.
Al final del evento, la Mgtr. Norma Hinojosa Garcés, directora de las carreras de la Facultad de Educación, no dejó pasar la oportunidad de destacar el valor de este tipo de actividades. “El teatro brinda a los estudiantes una plataforma para desarrollar y mostrar su talento creativo”, dijo con satisfacción, señalando que la actuación es solo una parte de lo que se aprende en el escenario. Escenografía, vestuario, dirección; todos estos elementos forman parte de un proceso que, sin duda, enriquece la formación de los futuros docentes.
Esta presentación, como parte de los Proyectos Integradores de Formación y Saberes (PIFIS) que la Facultad de Educación de la Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil está llevando a cabo esta semana, nos deja una reflexión: el teatro sigue vivo, quizá en otras formas, pero sigue siendo una herramienta poderosa para conectar con la esencia humana. Y en las manos de estos jóvenes, parece que el legado está asegurado.