El jueves 21 de noviembre, en la sala funcional del edificio central, desde muy temprano, se respiraba un aire de entusiasmo. Los estudiantes de quinto semestre de Psicopedagogía Diurna tenían una misión clara: interactuar con niños y sus familias para identificar posibles trastornos de lenguaje y comunicación. Este encuentro, liderado por la máster Gardenia González Orbea, prometía ser mucho más que una práctica académica; se trataba de una experiencia transformadora.
Al entrar, la docente daba la bienvenida con una sonrisa cálida. “Hoy no solo trabajaremos con teoría, sino con historias reales que nos enseñarán más de lo que imaginamos”, comentó mientras los estudiantes se alistaban. La jornada inició con una serie de entrevistas a los padres de familia, quienes compartieron detalles sobre la salud, desarrollo y comportamientos de sus hijos. Este diálogo inicial era el punto de partida para levantar un diagnóstico preliminar.
Cada rincón de la sala tenía un propósito específico. Arelys Tomalá Pachay explicó: “Los niños participarán en actividades lúdicas como nombrar partes del cuerpo, dibujar y bailar. Esto no solo nos permite evaluar sus habilidades, sino también crear un espacio de confianza para ellos”. En otro rincón, llamado “El Castillo”, Michael Pesantes Ángel describió cómo los estudiantes iniciarían con juegos diseñados para explorar el lenguaje y la comunicación.
Pero no todo giraba en torno a los niños. Mientras ellos se sumergían en actividades llenas de creatividad, los padres recibían talleres únicos. Uno de ellos, el “Laberinto de los recuerdos”, invitaba a reflexionar sobre las personas y momentos importantes de sus vidas. “Es como un viaje emocional que nos recuerda lo esencial”, dijo una de las participantes, conmovida por el ejercicio.
Los estudiantes no escondían su entusiasmo. Eva Morán Castro destacó la importancia de trabajar en el cuidado de la voz, “porque es lo que nos hace únicos desde el nacimiento”. María José García Andrade, por su parte, habló del “Bosque de la Igualdad”, donde los niños explorarían el lenguaje a través de cuentos y juegos con ábaco.
Linda Sánchez subrayó la relevancia de las entrevistas a los padres para comprender el contexto familiar y su impacto en el aprendizaje de los niños. Mientras tanto, María Suárez se enfocaba en el área de respiración: “Vamos a revisar aspectos como el frenillo y otros factores que podrían estar afectando su lenguaje. Es fundamental atender estos detalles”.
Jenifer López Laínez, madre de uno de los niños, se mostró agradecida. “Recordé detalles que había olvidado, como cuándo empezó a hablar o usar ciertos juguetes. Esta actividad debería repetirse; es un aprendizaje mutuo para padres y estudiantes”. Su testimonio reflejó el objetivo de la jornada: conectar, aprender y construir herramientas para superar barreras.
La presencia de la decana de la Facultad de Educación, máster Norma Hinojosa Garcés, reforzó la importancia del evento. “Estas iniciativas nos muestran el verdadero impacto de la educación aplicada, donde tanto los estudiantes como las familias se benefician”.