Con diciembre llega la magia de la Navidad, y en la Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil, las palabras de sus colaboradores resuenan con el espíritu de unión y esperanza. Las fiestas no solo decoran los espacios, también llenan el corazón de reflexiones que nos recuerdan lo esencial de esta época del año.
“Que la magia de esta Navidad sea la más grande luz en todos los hogares de la familia laica”, expresan desde Bienestar Universitario en un mensaje que parece envolvernos en un abrazo colectivo. ¿No es acaso ese el verdadero significado de la Navidad? Una oportunidad para renovar nuestros lazos y compartir un poco de calidez en medio de la rutina diaria.
Desde el Vicerrectorado Administrativo, la funcionaria Nelly Ramos comparte un deseo sencillo pero profundo: “¡Feliz Navidad! Que la magia de esta celebración los llene de amor, paz y felicidad”. Y mientras leemos estas palabras, nos detenemos a pensar: ¿cuántas veces nos permitimos realmente disfrutar de estos momentos tan fugaces? Nelly nos invita, sin decirlo directamente, a pausar y a valorar el instante.
Por su parte, la Secretaría General entrega un mensaje cargado de nostalgia y esperanza: “Que la Navidad devuelva las ilusiones de la infancia, los placeres de la juventud y la tranquilidad del hogar. Recuerda que la Navidad no se trata de abrir regalos, se trata de abrir nuestro corazón y coleccionar momentos inolvidables con nuestros seres queridos. ¡Feliz Navidad!” Estas palabras evocan recuerdos de otros diciembres, de risas familiares y noches iluminadas por estrellas y luces.
Leer estos mensajes es como abrir una ventana hacia las emociones que compartimos, independientemente de nuestras circunstancias. Porque la Navidad, al final, es una excusa para conectar, para volver a lo que importa y para ser mejores con nosotros mismos y con los demás.
En cada rincón de la universidad, el eco de estas palabras invita a reflexionar: ¿qué es lo que realmente celebramos? Quizá no sea solo la tradición, sino también la posibilidad de recordar que siempre hay luz, incluso en los días más grises. Y, como bien dicen en la ULVR, esa luz no está en los regalos, sino en el corazón de quienes los dan.