Arquitectura en la ULVR: A un paso de construir el futuro

Elegir estudiar arquitectura es más que decidir una carrera; es asumir el reto de transformar ideas en espacios que impactan la vida de las personas. Para los estudiantes del último semestre de la Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil (ULVR), este camino ha sido una mezcla de desafíos, esfuerzo y crecimiento personal. Ahora, con la graduación a la vuelta de la esquina, reflexionan sobre lo que han aprendido y lo que significa estar a punto de convertirse en arquitectos.

Un camino de retos y oportunidades

 Raúl Rojas Realpe, estudiante de la Facultad de Ingeniería, Industria y Construcción, destaca que su experiencia ha sido enriquecedora, especialmente con las nuevas modalidades de enseñanza. “La universidad me ha abierto muchas puertas. Gracias a los contactos que hice aquí, pude conectar con un ingeniero civil, también egresado, que confía en la calidad de formación que se mantiene con los años”, comenta. Más allá del aula, insiste en que la clave del éxito está en aprovechar cada oportunidad de aprendizaje. “No se trata solo de cumplir con las tareas, sino de crecer como persona y actualizarse constantemente”.

Para María Belén Romero Reyes, la universidad significó momentos de gran satisfacción, pero también de mucho esfuerzo. Su generación vivió de cerca el impacto de la pandemia en la educación, lo que puso a prueba su perseverancia. “Hubo momentos difíciles, pero logramos sobresalir. Ahora, con la graduación tan cerca, la ilusión de convertirnos en arquitectos es más fuerte que nunca”, comparte. Su consejo para quienes piensan en esta carrera es claro: “Hay que estar seguros de la elección, porque son cinco años de dedicación. Si realmente te apasiona, cada sacrificio vale la pena”.

Pasión por la arquitectura

 Para Lhaiz Chilán Rivera, el recorrido ha sido desafiante, pero también profundamente gratificante. “Desde el primer día supe que no sería fácil, pero también entendí que tenía lo necesario para lograrlo”, dice con convicción. Cada materia de proyecto arquitectónico fue un reto que la hizo crecer. “Las largas noches de trabajo y el cansancio desaparecen cuando ves cómo una idea cobra vida y puede impactar a las personas”. Su mensaje para los futuros arquitectos es motivador: “La arquitectura está en todos los aspectos de la vida y la ULVR me ha dado las herramientas para entenderla y aplicarla con otra perspectiva”.

Jhosue Chamba Cuzme siempre tuvo claro que quería ser arquitecto, aunque el camino no fue sencillo. “Desde niño soñé con esto, y aunque fue difícil, ahora que estoy a punto de terminar, todo se siente gratificante”, expresa con emoción. Su paso por la universidad estuvo marcado por trasnochadas y madrugadas de estudio, compartidas con amigos y su pareja, experiencias que ahora valora más que nunca. “Aquí no solo te formas como profesional, sino como persona. A quienes tienen dudas, les digo que no lo piensen tanto y se atrevan. Si realmente lo desean, lo lograrán”.

Listos para construir su futuro

 Estos estudiantes han recorrido un camino lleno de desafíos, pero también de aprendizajes y satisfacciones. La arquitectura no solo les ha enseñado a diseñar y construir, sino también a enfrentar la vida con creatividad, disciplina y pasión. Con la mirada puesta en el futuro, están listos para dar el siguiente paso y plasmar sus ideas en el mundo real.

Su historia apenas comienza.

 

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