El reto de aprender Derecho Penal: entre el interés y la incertidumbre

En los pasillos de la Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil, un grupo de estudiantes de Derecho repasa ansiosamente para una lección escrita de Derecho Penal. La atmósfera está cargada de concentración, comentarios rápidos y apuntes que van de mano en mano. Esta asignatura, considerada por muchos como la columna vertebral del derecho, despierta tanto fascinación como respeto entre quienes se forman en esta disciplina.

Keneth Macías Guerrero, estudiante de cuarto semestre, comparte su perspectiva con entusiasmo: “Estudiamos desde el origen del delito hasta la manera en que el criminal idea su ejecución. Es interesante comprender cómo piensa alguien que comete un crimen”. Aun así, cuando piensa en su futuro profesional, las dudas lo acompañan. “Por la situación del país, ejercer en la rama penal es un desafío. Es riesgoso, complicado… A veces me inclino más por el Derecho Civil, en la parte de personas y familia”.

El debate sobre la elección de una especialización es recurrente entre los futuros abogados. Para Maximiliano Sevillano Arévalo, sin embargo, la decisión parece estar tomada. “Voy a seguir la rama penal sin miedo al éxito”, afirma con determinación. Entre los apuntes y las bromas entre compañeros, asegura que ha aprendido bastante y se muestra confiado en su camino. “Mi consejo es que sigan la rama que les guste, pero que nunca dejen de cultivarse. Esto es un aprendizaje de por vida”.

Mientras tanto, Geanella Ibarra Zumba enfrenta el reto con otra mirada. “El semestre me va muy bien, aunque Penal me ha resultado un poco complicado. Aun así, quiero ser penalista”, confiesa. Su experiencia en la universidad la califica como “un 10 de 10”, destacando el apoyo de sus profesores y la calidad de enseñanza.

El Derecho Penal, con su complejidad y sus dilemas, interpela a cada estudiante de manera distinta. Algunos lo ven como un desafío intelectual apasionante; otros, como un camino incierto ante las realidades del país. Lo cierto es que, más allá de la especialización que elijan, todos coinciden en algo: el derecho es una disciplina en constante evolución y exige preparación permanente. Como bien señala Keneth, “hay que actualizarse siempre, tomar cursos y mantenerse al día”. Porque en esta profesión, el aprendizaje nunca termina.

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