INPIN 2024: Tarifa, su Potencial Socioeconómico y el Desafío de los Emprendimientos Rurales

El IX Congreso Científico Internacional INPIN 2024 organizado por la Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil (ULVR) fue tanto un espacio para compartir datos y teorías, como para reflexionar sobre el impacto real de las investigaciones en nuestras comunidades. Entre las ponencias destacadas, la presentación sobre la Caracterización socioeconómica de la cabecera de la parroquia Tarifa, liderada por el Mgtr. Janeo José Cerezo Piedrahita, coordinador de innovación y emprendimiento de la Universidad de Guayaquil (UG), dio mucho de qué hablar.

Tarifa, una parroquia del cantón Samborondón, ha sido por años una zona agrícola centrada en el cultivo de arroz, con una riqueza cultural que pocos conocen en profundidad. ¿Pero cuántos de nosotros hemos pensado en su verdadero potencial? Cerezo no duda en plantear un desafío importante: ¿cómo aprovechar mejor los recursos de esta zona para impulsar emprendimientos rurales?

El experto propone un análisis profundo de las características físicas y económicas de Tarifa, entendiendo que solo así se pueden motivar inversiones tanto de actores locales como nacionales. Como lo mencionó durante su intervención, “este estudio busca que las organizaciones no gubernamentales, gobiernos locales e incluso instancias nacionales consideren a Tarifa para proyectos de emprendimiento rural”. La clave aquí no es solo la producción agrícola, sino también el turismo y las tradiciones culturales, como el rodeo montubio, que podrían ser ejes transformadores para su economía.

Y en este punto es inevitable preguntarse: ¿por qué zonas como Tarifa, con tanto potencial, no logran despegar económicamente? Tal vez la respuesta está en la falta de una cadena de valor bien estructurada. Según Cerezo y su equipo de investigadores, dotar de capacidad instalada a los emprendedores locales y proporcionar procesos de capacitación que abarcan desde la producción hasta la comercialización, es el camino a seguir.

“Es inaceptable el trato que tienen nuestros productores”, enfatizó Andrés Sotomayor Aspiazu, miembro del equipo y docente de la UG, refiriéndose a la intermediación que limita los ingresos de los agricultores. Según él, “el productor ganadero genera el 80% del esfuerzo, pero recibe solo el 20% de los beneficios”. ¿No es esto una realidad que hemos visto repetirse una y otra vez en nuestras zonas rurales?

Al final, el mensaje es claro: el desarrollo rural no puede depender solo de los recursos naturales, sino de la capacidad de la comunidad para organizarse, generar valor agregado y conectarse directamente con los consumidores. Como lectores, no podemos evitar preguntarnos: ¿estamos realmente aprovechando todo el potencial de nuestras zonas rurales?

 

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