La tarde del 10 de octubre del 2024, las miradas de familiares, amigos y docentes se concentraban en los graduados de la Facultad de Educación de la Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil. En esta ceremonia se vivió el cierre de una etapa llena de retos, aprendizajes y momentos inolvidables para quienes ahora inician su camino como educadores.
La decana de la facultad, máster Norma Hinojosa Garcés, abrió el evento con palabras que invitaron a la reflexión sobre el impacto que tendrán estos nuevos profesionales. “Ser educador no es solo transmitir conocimientos, es inspirar, es guiar con empatía a las nuevas generaciones”, expresó. Y en ese momento, todos sabían que ser parte de este grupo de graduados era mucho más que obtener un título: era asumir una responsabilidad con la sociedad.
El momento clave de la tarde llegó cuando la directora de las carreras, máster Daimy Monier Llovio, pidió a los graduados ponerse de pie para el juramento. El eco del “¡Sí, prometo!” llenó el auditorio, una afirmación contundente que dejó en claro que estaban listos para asumir el reto de transformar vidas a través de la enseñanza. Esa frase resonaba más allá de las paredes, reflejando la certeza de que cada uno de ellos había recorrido un largo camino de esfuerzo y sacrificio, y ahora estaban preparados para enfrentar nuevos desafíos.
Tras el juramento, llegó la entrega de títulos, un momento cargado de emociones, por tratarse del reconocimiento a años de trabajo duro, noches en vela y momentos de superación personal. Cada graduado recibía su título con la certeza de que su labor futura trascenderá más allá del aula.
Uno de los momentos más emotivos fue el reconocimiento a Emily Solange López Petroche, quien se destacó como la mejor estudiante de la promoción. En su discurso, López Petroche habló desde el corazón, agradeciendo a sus compañeros, familiares y profesores por haber sido su soporte durante este trayecto. “Hoy no solo celebramos un logro académico, celebramos nuestra capacidad de adaptarnos, de crecer, y de nunca dejar de aprender”, afirmó con una sonrisa que reflejaba el espíritu de toda la generación.
Al finalizar el evento, el sentimiento que prevalecía era claro: más allá del reconocimiento, estos nuevos profesionales llevaban consigo la responsabilidad de moldear el futuro de sus estudiantes y contribuir a la construcción de una sociedad más justa e inclusiva.
¡Felicitaciones a los nuevos profesionales de la Facultad de Educación!