El IX Congreso Científico Internacional INPIN 2024 no solo fue un punto de encuentro para los mejores académicos del mundo, sino también un espacio donde se cuestionan y replantean los modelos educativos actuales. Desde México, el Dr. Rubén Darío Ramírez de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha traído una propuesta audaz, cargada de reflexiones sobre la inclusión en la educación superior. Su ponencia, “Universidades del bienestar Benito Juárez García: retos de la universidad pública inclusiva en México”, no solo resuena con el contexto mexicano, sino que lanza preguntas que atraviesan fronteras.
Ramírez, quien visita Ecuador por primera vez, no ha dejado de maravillarse con su diversidad. En sus palabras, no es solo un país rico en paisajes, sino también en calidez humana. “Llegué el sábado a Quito, y en tres días ya recorrí cinco ciudades… Fui a Baños, estuve en Ambato, luego viajé hasta Cuenca, donde me trataron de maravilla, y ahora estoy disfrutando del calor de Guayaquil”, comparte con una sonrisa, en lo que refleja no solo su gratitud, sino una conexión genuina con la tierra ecuatoriana.
Pero más allá de los paisajes, lo que realmente lo trae a este congreso es su análisis sobre la educación inclusiva en México. ¿Cómo puede un modelo educativo lograr que las zonas más marginadas del país se incorporen al sistema universitario? Ramírez pone sobre la mesa el concepto de universidades del bienestar, una política pública ambiciosa que busca cerrar las brechas educativas en comunidades desfavorecidas. Es un reto que se plantea a largo plazo, y aunque ha enfrentado problemas de planificación y centralización, la misión sigue siendo clara: formación académica acompañada de desarrollo sostenible y creación de empleo.
“Vamos a conocer algunas características del proyecto y ciertos problemas que no permitieron que se consolidara como se planeó”, admite el experto, dejando entrever que el camino hacia la inclusión no siempre es sencillo, pero es uno que vale la pena recorrer.
En sus expectativas para este congreso, Ramírez se muestra optimista, pero no ingenuo. “Espero que podamos discutir experiencias que nos hagan replantear el futuro. Al final, lo que queremos es una educación que transforme no solo la mente, sino la vida de los estudiantes”. En esa reflexión, está implícita la invitación a los asistentes: no basta con educar, hay que cambiar vidas.
Este tipo de ponencias nos recuerda que la educación inclusiva no es un lujo, sino una necesidad urgente. ¿Qué estamos haciendo nosotros para formar estudiantes que impacten sus comunidades? Al final, esa es la pregunta que el Dr. Ramírez nos deja, una que resuena más allá de las aulas y nos invita a repensar nuestra realidad.